CAPITULO 4: VERTICALIDAD BIEN ENTENDIDA
La
competición avanza rápido, ya andamos metidos en el inicio de Noviembre, y el
Sevilla empieza a encontrar una definición de qué es lo que pretende ser.
Nervión acoge mejores partidos que aquellos que disputan los andaluces fuera de
casa y también muestra un equipo más reconocible en su estilo. El choque contra
el Standard de Lieja es una muestra de aquello que puede ofrecer el cuadro de
Emery a sus seguidores en su feudo, con todas sus virtudes y defectos. El
partido es tremendamente cristalino de lo que es el campeón en curso de la
Europa League cuando se viste de local.
Los
locales salían dominantes en el arranque del encuentro, algo habitual, para
bajar sus revoluciones una vez que han girado el partido hacia su lado- aunque
sin estar completamente definido a su favor-. A partir de ahí, cuando el rival
ya ha entrado en calor, toca reactivación y un registro algo más de contragolpe
que de dominio posicional tras los cambios, para volver a decantar el partido a
su favor. Superioridad manifiesta sazonada con pasajes de relajación o de disminución
de la activación competitiva, algo sobre lo que ya habíamos hablado en
anteriores entregas.
El
retorno defensivo de los extremos no terminaba de ser lo rápido y efectivo que
Emery deseara y defensivamente el equipo tiraba del achique en zonas laterales
cuando replegaba. El problema de esto es que cuando el rival salía de esa
presión encontraba zonas libres en los pasillos interiores no demasiado lejos
del área, por lo que debía imponerse la calidad defensiva individual para tapar
esos espacios. Y nuevamente volvía a ser muy peligroso en el Standard su
extremo derecho-esta vez frente a Tremoulinas-, aunque en este caso Mpoku hacía
más daño a través de las diagonales interiores para aprovechar los espacios
centrales.
Cuando
el Sevilla bajaba su línea de presión y decidía defender más atrás no terminaba
de mostrarse completamente estructurado desde el punto de vista táctico. Pero
el potencial defensivo de su cuarteto central-que ya empieza a ser santo y seña
de este Sevilla en cuanto a competitividad- paliaba en gran medida estos
efectos. El cuadrado formado por Krychowiak- M´Bia en primera línea y por
Pareja-Carriço en la segunda formaba una muralla muy poderosa en la protección
de Beto por calidad defensiva individual en muchas ocasiones, lo que daba la
sensación de una fortaleza defensiva mayor que la que transmitía tácticamente
el equipo.
El
cambio de entrenador ha producido una variación muy pronunciada en el Standard.
Desde la llegada de Ivan Vukomanovic, los belgas suman cuatro encuentros sin
recibir gol y tres victorias en liga. Las aguas se han calmado en Lieja tras
unos convulsos acontecimientos que relatábamos en la anterior entrega, siendo
Mpoku el jugador de moda, el que marca las diferencias en el cuadro de la
región de Valona y el que los lidera en este cambio de tornas. Su
competitividad ha dado un vuelco espectacular en apenas unos días, certificando
que la relación entre el entrenador anterior y los diferentes estamentos del
club estaba bastante deteriorada.
El
Sevilla sigue también a lo suyo en Liga, sumando victorias de forma insultante,
hasta la llegada a Bilbao en el fin de semana precedente a su enfrentamiento al
Standard. En San Mamés se jugaban los de Emery el liderato de la Liga española,
pero los leones bilbaínos fueron un freno para los andaluces. Aun así el cuadro
sevillano se está definiendo, mostrando dos aspectos diferenciales.
En
casa el juego combinativo empieza a ser la constante, mientras que fuera el tan
conocido-y varias veces relatado en este trabajo con anterioridad- pragmatismo
de Emery sale a la luz, dejándonos un Sevilla menos brillante y menos asociativo-a
la par que igual de competitivo-. El juego interior se hace el eje central del
modo de ataque sevillista y Denis Suárez empieza a encontrar socios principales
a Deulofeu- con un posicionamiento no
siempre abierto- y Banega en los diferentes partidos.
El Sevilla de los
escalones está aquí,
aquel que se ubica en posiciones centrales a diferentes alturas con los
extremos ocupando la espalda del mediocampo rival y los mediocentros no jugando
en línea. Además busca generar superioridades en banda con el apoyo del punta y
los mediapuntas al lateral. Así se puede constatar en los dos partidos
precedentes a la visita del Standard al Sánchez Pizjuán. Emery ha definido su
hoja de ruta después de diferentes probaturas, hasta encontrar aquella que
parece darle la mayor competitividad posible desde la posesión del esférico.
Como
relatábamos Emery parece que había encontrado su hoja de ruta para dotar al
equipo de un ataque elaborado más organizado y poderoso, pero sin romper el
equilibrio defensivo. Después de probar diferentes alternativas llevando a cabo
un juego más directo que combinativo, terminaba decantándose por una opción
donde primaba el desequilibrio por las zonas interiores del campo rival. Así lo
reflejaban sus planteamientos en los últimos partidos. En San Mamés había
comenzado el encuentro tirando de físico y balón largo para terminar intentando
remontar el partido desde la combinación en corto.
La
visita del Standard a Nervión es la constatación de este hecho, en el Sánchez
Pizjuán la necesidad de ser dominante en la mayor parte de los choques
disputados llevaba a Unai a optar por la vía de la movilidad en el frente de
ataque y los apoyos en zonas interiores. La necesidad de intentar cerrar la
clasificación dentro de la fase de grupos lo antes posible conducía a que el
once inicial estuviera conformado por los pasillos de seguridad-que diría Luis
Aragonés-que están aupando al equipo a los puestos altos de la clasificación.
El entrenador sevillista introducía rotaciones-algo innegociable para él- de
carácter bastante ofensivo y creativo pero sin dejar la puerta abierta al
desequilibrio defensivo. De ahí que el cuarteto sobre el que se asentaba todo
el juego andaluz fuera de la partida. Carriço, Pareja, Krychowiak y M´Bia estaban
en el once inicial para sostener una idea donde el juego directo iba ser
improductivo con total seguridad y en la que prima el carácter muy ofensivo en
los acompañantes del “cuadrado mágico” central sevillista.
Laterales
ofensivos, apoyos, muchos apoyos en zonas interiores, alto ritmo en el juego de
ataque, presión alta, activación rápida tras pérdida y una gran verticalidad en
el ataque definían claramente la puesta de largo del Sevilla en este partido.
Así serán muchos de los encuentros disputados en Nervión. Pero, seguían
llegando esos momentos donde el equipo replegaba, volvía a ser menos intenso en
la presión, menos solidario en la vuelta a posiciones defensivas y permitía a
los rivales dar un paso adelante sin tener el encuentro cerrado desde el punto
de vista del marcador.
Como
defensivamente el trabajo sevillista no
es totalmente adecuado-tal como hemos expuesto con anterioridad y analizaremos
en posteriores entregas-el paso al frente al que invitaba al rival igualaba el
partido, cuestión que se da en algunos choques-incluso en Nervión-. Y tocaba
vuelta a empezar con el marcador igualado pese a haber sido superior al rival, aunque
sin cerrar el partido completamente. Ese oficio para mantener el control de los
encuentros se irá ganando a lo largo del año, y será una cuestión que se le
recriminará en parte a Emery en el desarrollo de la temporada, en especial en
los momentos más bajos.
Reyes
era el gran activo del Sevilla en este partido. Emery le daba oportunidades
secundarias en la Europa League y siempre partiendo desde su banda natural de
juego. Sin embargo, en este partido, y pese a comenzar en la pizarra como
extremo derecho, el de Utrera jugará libre ocupando los espacios que le plazca
ocupar. Y claro, debido a su pérdida de desborde, visitará con gran frecuencia
la banda opuesta y las zonas centrales desde las que poder buscar la asociación
con sus compañeros.
La
pena es que tenía que salir del campo en el minuto 56, tras haber logrado un
golazo de esos que se recuerdan largo tiempo en una combinación a pocos toques
tirando varias paredes con sus compañeros y cuando está siendo el mejor
sevillista del encuentro. Unai ponía el dedo en la llaga a la conclusión del
encuentro tras la gran actuación del canterano:
“Cada vez que Reyes está en el campo y aparecen sus virtudes por encima de sus defectos pasa lo de hoy. Encuentra líneas en defensas cerradas. Insistimos en sus virtudes y en que pueda encontrar profundidad con paredes, al espacio, al pie. Reyes debe sentir y percibir que tiene 20 años. Hemos visto un gran Reyes y ese es el camino del ejemplo hacia los demás, el compromiso y el premio que parte de su trabajo y el entrenamiento de un domingo aquí cuando el resto jugaba en Bilbao. Sobre su lesión, esperemos que no sea mucho”
Su lugar lo ocupaba el canario Vitolo, con características muy diferentes a las del sevillano. Aprovechaba, también, el Sevilla con este cambio para dar un pequeño paso atrás pero sin dejar de efectuar una presión intensa y alta sobre el rival. Cuando los de Emery se mantienen mentalmente metidos en el partido y deciden dar un paso atrás, siguen siendo igual de competitivos, aunque viven a ritmo de transición en lugar de circulación del balón.
La entrada posterior de Bacca introducía la variante con dos puntas que ya utilizara Unai en el anterior partido en casa frente al Villarreal. Más madera para potenciar el juego interior con los apoyos del colombiano sin perder la profundidad que otorgaba Gameiro.
El Sevilla termina el partido siendo un martilleo constante de contragolpes tras robo en la presión. Por dentro los apoyos seguían intactos, pero ahora eran más productivos al tener el rival menos efectivos posicionados defensivamente. Las diagonales de Vitolo desde banda hacia dentro definían a este Sevilla contragolpeador del tramo final del partido. Y así se consumaba una victoria en el ocaso del encuentro merecida, lógica e incluso algo corta en función de las ocasiones generadas por los sevillistas.
Esto será algo habitual en el Sánchez Pizjuán, en donde veremos durante todo el año-salvo algunas jornadas más mediocres- un Sevilla dual, poderoso con balón y también al contragolpe, que generalmente genera muchas más ocasiones de las que el electrónico refleja en el resultado. Y es que la resolución, pese a las grandes cifras goleadores de los puntas sevillistas, en casa será menos efectiva que en las visitas a campos rivales.
Dos
aspectos habían definido el choque contra el Standard de Lieja por parte del
Sevilla, la verticalidad ofensiva y la capacidad de mantener el equilibrio
defensivo conjuntamente a esto. Y estas dos cuestiones serán las habituales del
equipo en Nervión a lo largo de la temporada para terminar la misma con una
única derrota en casa en todas las competiciones- frente al R. Madrid- y, a la
vez, firmar un record histórico en el Sánchez Pizjuán de 35 partidos invicto.
Hemos
comentado con anterioridad que Emery no es un entrenador al que cuidar la
pelota le preocupe en exceso, prefiriendo siempre ser vertical a ser
conservador con ella. Poco a poco ha ido llevando a sus jugadores hacia un
modelo de juego donde se mezcla el pase vertical y la agresividad ofensiva con
el dominio del pasillo central, los apoyos al poseedor del balón, y el
escalonamiento de los jugadores. Los extremos dejaban de ser tales para
producir muchas líneas de pase interiores y el trabajo de bandas recaía-en la
profundidad- principalmente en los laterales sumados al ataque.
El
equilibrio se encontraba con la presencia del doble pivote M´Bia-Krychowiak,
eje competitivo sobre el que se asentaba todo el entramado táctico ofensivo.
El
partido arrancaba con un Sevilla muy vertical, a la par que muy bien
estructurado en su posicionamiento en campo rival. Los jugadores siempre
ofrecían diferentes líneas de pase al poseedor del balón mediante desmarques de
apoyo a la espalda del mediocampo contrario. Pese a tener esa opción de pase siempre abierta, los jugadores más
retrasados tomaban como primera opción-si no se veían sometidos a la presión
sobre el balón- el envío al compañero que tiraba una ruptura a la espalda de la
defensa del Standard. Sorprendía que, en muchas situaciones, fueran Diogo o
Reyes quienes eran los encargados de buscar el desmarque al espacio.
Si
existía presión sobre el poseedor del balón, entonces buscaba el pase a alguno
de los compañeros cercanos que le han ofrecido un apoyo a la espalda de la
delantera o mediocampo rival. Y desde ahí se volvía a generar una segunda fase
del ataque menos vertical, pero también bastante agresiva y rápida para llegar
a la portería contraria.
Desde
esa verticalidad en el juego ofensivo, el otro foco de ataque que buscaba el
Sevilla se basaba en la sobrecarga en las bandas. El equipo basculaba hacía un
lado del ataque para atraer rivales y filtrar un pase profundo al desmarque de
alguno de los jugadores más avanzados a la espalda de la defensa rival. Equipo
junto para progresar y tener muchos efectivos cerca del balón en caso de
pérdida, pero utilizando el pase profundo vertical para atacar la defensa
contraria.
Los
éxitos sevillistas en su estadio se han debido a dos aspectos. O el Sevilla
corre mucho y bien, llevando a cabo un contragolpe de gran calidad-que
analizaremos en posteriores entregas-, o genera superioridades en el ataque
elaborado para poder jugar a un ritmo alto que gire las defensas rivales. Las
situaciones en las cuales no ha podido llevar esto a cabo han conducido a un juego
mucho más pobre. Ritmo y apoyos, muchos apoyos y mucho ritmo. Aderezados con
una gran dosis de verticalidad y equilibrio defensivo en la pérdida. Y todo
esto tanto generando superioridades por banda, con un triángulo de profundidad
muy bien escalonado, o a la espalda de las diferentes líneas rivales con apoyos
continuos y constantes.
Que
el Sevilla tiene en Reyes algo especial no es descifrar ningún misterio. José
Antonio pasa por ser el jugador más talentoso de la plantilla sevillista, en el
análisis más bruto del término. Pero existen tantas aristas en su análisis que
deben considerarse. Su temporada le ha llevado a ganarse una renovación que el
buscaba gustosamente. Siempre soñó en ganar títulos con su gente, y después de
haberlo hecho en muchos sitios-con rendimiento dispar-ha tenido la gran suerte
de poder cumplir esos anhelos haciéndolo muy bien y siendo parte importante de
los éxitos alcanzados.
El
arranque de temporada nos mostraba un Reyes al que Emery daba poco protagonismo
en Liga, apenas un partido sustituido como titular y otro saltando al campo en
sustitución de un compañero adornaban sus estadísticas de minutos jugados en
las primeras diez jornadas del campeonato. Sin embargo era un fijo en los
partidos de Europa League como rotación a los titulares en las bandas
sevillistas. Además Unai tiraba de él siempre desde su perfil natural, donde
todo se le complica más si se quiere obtener un alto rendimiento de su juego.
La
evolución que iba llevando a cabo el equipo para hacerse más compacto en ataque
y más organizado desde la posesión del balón, le fue otorgando partido a
partido una libertad creciente. Hasta que llegaba la cuarta jornada de la
Europa League. Ahí Emery rompe las cadenas de Reyes totalmente y le permite
jugar a sus anchas. En un equipo cargado de jugadores a los que les gusta el
ritmo alto y la asociación, la libertad ofrecida a José Antonio saca a la luz
toda su magia.
Reyes
actúa como extremo izquierdo nuevamente de partida, pero sólo en las octavillas
que recogen las alineaciones iniciales del partido. Una vez puesto el esférico
en juego, la zona que menos transitaba era la teórica que tenía asignada. Y
claro, fuera del pasillo que le enclaustra por su pérdida de velocidad y
desborde, todo el resto de sus cualidades-que son muchas- se disparan-.
Pero
llegan malas noticias para él, una vez conseguida la perseguida ovación desde
las nuevas funciones que le permitía llevar a cabo el entrenador, cae lesionado,
aunque no será demasiada problemática esa lesión. Tras visitar el Camp Nou sin
él en la convocatoria, la vuelta de Reyes coincide con una racha de cinco
victorias y un empate, con un solo gol encajado en contra.
Emery
ha entendido que Reyes no puede jugar fijo en su banda natural y que debe
ofrecerle toda la libertad que pueda partiendo desde la derecha para no perder
el equilibrio defensivo que supone que el utrerano viva en esta zona teniendo
que volver a defender a la opuesta. El Sevilla crece desde el balón y José
Antonio le da mucho cuando el equipo lo tiene en su poder.
Su
capacidad asociativa en espacios reducidos, la lectura de los espacios libres,
el posicionamiento entre líneas para recibir libre de marca, el toque en los
desplazamientos profundos para los compañeros, incluso los giros tras recibir
de espaldas para quedarse de frente portería con sus delanteros en carrera lo
llevan a que sea determinante en varios partidos y considerado como
titularísimo indiscutible cuando su implicación es alta y le permiten vivir en ese
ecosistema que sólo puede encontrar desde la libertad en el perfil
centro-derecha del ataque sevillista.
Luego
vendrá una lesión que le volverá a sacar del equipo muchas jornadas hasta que
recupere la confianza de Emery para ser parte diferencial en el tramo final del
campeonato y recordado siempre por ese mágico pase que da a Bacca en la final
de la Europa League. Ese pase que tantas veces intentó a lo largo de la
temporada, en muchos casos de forma demasiado obstinada y por el que todavía
merece la pena verle jugar un partido de fútbol.
La
definición del juego sevillista en las primeras diez jornadas de Liga y su
rendimiento competitivo en la competición doméstica no se entienden sin la
presencia de Denis Suárez. Titular en nueve de las diez jornadas iniciales del
campeonato, se ha convertido en todo lo que estaba llamado a ser Ever Banega.
El gallego comenzaba la temporada con el Sevilla siendo el auténtico motor del
juego ofensivo, actuando desde la mediapunta y ofreciendo apoyos continuos a
todos sus compañeros. En un Sevilla intenso, de alto ritmo, y mucho brío las
características del diecisiete sevillista encajaban como añillo al dedo.
Después
de haber disputado el año anterior la liga de segunda división en el Barça B,
el gallego se estaba convirtiendo en la auténtica revelación del conjunto de
Nervión y una de las más llamativas irrupciones en la élite futbolística
española. Futbolista de esos que han definido el juego español en la última
década, de gran gusto por la pelota, velocidad en el desborde, visión de juego,
movilidad, había alcanzado un rendimiento que pocos podían esperar en un
debutante en la máxima categoría del futbol español.
Emery
había encontrado a su diez en Denis y este le respondía con una alegría en su
juego que contagia a sus compañeros. Allí donde cualquiera de ellos necesite un
apoyo aparece Suárez a ofrecérselo y para darle luego continuidad al futbol
desplegado. Pero la irrupción de Reyes, la lenta mejoría de Banega y la vuelta
de Gameiro-asociada a la variante en doble punta que anula la presencia del
mediapunta como tal en el once inicial- van llevando al gallego fuera de la
zona de mediapunta. Ahora le empezaba a tocar correr hacia atrás y no estar
relativamente liberado del repliegue. Los esfuerzos aumentaban y la portería
rival cada vez aparecía más lejos.
Unai
seguía contado con Denis pero lo empezaba a hacerlo desplazándolo hacia los
costados, preferentemente el izquierdo. Y claro, su juego comenzaba a
resentirse. La frescura disminuía, las opciones de asociación se iban haciendo
menores y su brillo terminaba decreciendo.
Suárez
no podía ofrecer el despliegue de Vitolo o Vidal ni el talento innato de Banega
o Reyes en el toque genial o aguantando la pelota, por lo que sus competidores
ofrecían argumentos de peso a Emery para ir prescindiendo del ex barcelonista.
Él es un híbrido de estos, pone más talento que “los galgos” pero menos que “los
genios” y su despliegue es inferior al de los poderosos extremos de ida y
vuelta que tenía el Sevilla en plantilla.
Denis
no sumaba el trabajo de Víctor Machín ni de Aleix ni su capacidad de desborde
en carrera y tampoco llegaba a la capacidad de evitar pérdidas de Ever o José
Antonio. El gallego supone tomar más riesgos y en un Sevilla que va madurando,
el tantas veces referido pragmatismo de Unai iba viendo que era prescindible la
presencia de aquel mediapunta que podía sumar más errores al tomar más riesgos.
Y como hemos comentado ya-casi hasta la saciedad- el entrenador sevillista no
regalará bajo ningún coste pérdidas peligrosas debido a la exposición del
talento.
De
esta manera pasaba paulatinamente de ser discurso a nada más que un recurso, y
cada vez menos utilizado. Pese a ese regusto agridulce que ha dejado la
conclusión del campeonato alrededor de la figura de Denis Suárez, debemos decir que su primera
temporada en la élite debe tildarse de positiva. Y tan así es que el Barcelona
está dispuesto a repescarlo, mientras que el Sevilla quiere también seguir
reteniéndolo en sus filas. Señal de que nos encontramos ante un jugador de un
potencial bastante alto -además demostrado
durante muchas semanas del campeonato de Liga- y con un gran margen de
crecimiento.
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