CAPÍTULO 2: BANEGA AÚN NO COMPARECE
A
lo largo de una temporada mantener un nivel de juego constante y alto resulta
prácticamente imposible. Los equipos de fútbol sufren ciclos en su rendimiento
y en su puesta en escena. Es seguro que jugarán malos partidos debido a
múltiples factores, por mucho que los entrenadores traten de minimizar estas
situaciones. El Sevilla 14-15 no es ninguna excepción a esta premisa y como
todo conjunto se ve sometido a picos en su rendimiento y en el fútbol
desarrollado.
Generalmente
se tiene un recuerdo muy positivado de los equipos campeones y se pierden en la
memoria los malos momentos sufridos por estos. En el desarrollo del pasado
campeonato los chicos de Emery pasaron por un valle pronunciado de mal juego en
su desarrollo futbolístico, después de un comienzo bastante ilusionante apoyado
en un cambio de registro competitivo con respecto al final de la temporada
anterior. El choque frente al Rijeka sacó a la luz algunos de los aspectos
menos positivos de los sevillistas, aspectos que se irán puliendo a lo largo de
la temporada para conseguir una velocidad de crucero sostenida que por momentos
se veía lejana de alcanzar. Estos momentos menos brillantes le acompañaron
en un invierno de tintes algo grises y rebajaron la ilusión sobre las cotas que
el club andaluz podría alcanzar.
La
visita a Croacia puso de manifiesto que Emery buscaba para esta temporada un
modelo de juego más amplio y en el que ser dominantes con el balón fuera base
importante de su desarrollo. Pero también sacó a la luz las dificultades que
podía originar esa idea con respecto a la competitividad del equipo y su
desarrollo. En el empate contra el Rijeka, el Sevilla evidenció sus
dificultades para ser profundo y dominante a través de la posesión del esférico
y dejó en claro que como visitante no era un conjunto igual de fiable a como
conseguiría ser vestido de local-donde
esta temporada pulverizó sus mejores registros históricos-.
La
segunda jornada de la Europa League también mostró que quedaba camino que
recorrer desde el punto de vista emocional y de activación del equipo. La
bipolaridad ha sido un rasgo que ha acompañado al Sevilla en el periodo Emery,
puesto que se veía un conjunto que pasaba del 0 al 100 en su actividad y
agresividad de manera muy rápida y, sobre todo, demasiado radical. Una de las
claves del gran éxito sevillista ha sido la capacidad que ha ido desarrollando
a lo largo de toda esta temporada en este aspecto, alcanzando una madurez en el
manejo de los tiempos de partido con el transcurso de la misma que no tenía y
que no parecería que le iba a definir como equipo. A los andaluces se les veía
de otra forma, más agitados que dominantes, y en muchas ocasiones muy reactivos
a la propuesta rival, pero por iniciativa propia.
La
temporada recién concluida nos ha dejado como gran noticia para el Sevilla su
madurez como conjunto, su crecimiento en la lectura de las situaciones
competitivas que marcan cada partido, y el desarrollo de una capacidad de
adaptación y camaleónica muy elevada a las demandas de los encuentros.
Aunque
la visita a Croacia, como otras en las
diferentes competiciones –Liga, Copa y Europa League no se salvan de esta
circunstancia-, no fue una constatación de ello. Deberán pasar jornadas,
partidos y algunas decepciones inesperadas para que todo esto se produzca de
manera absoluta y permanente. Mientras, el Sevilla irá dejando partidos nada
brillantes en los que los resultados le acompañaran por encima de los méritos
desarrollados.
En
este caso volvía a ser M´Bia quien rescata al equipo de una derrota en el
tiempo añadido del encuentro, como hiciera en tantas ocasiones. Pero esta vez no
era en un remate de cabeza, sino al primer toque con el pie tras un centro
lateral después de que viera al Rijeka remontarle un partido en el que perdió
el control del mismo, sintiéndose demasiado superior y dejándose ir por
momentos. Lo más destacable fue que dejó en escena la capacidad para rehacerse
a una expulsión y darle la vuelta a un partido en inferioridad numérica. Aunque
más por voluntad que por juego, poniendo más corazón que fútbol-algo que sería
importante en el desarrollo del año cuando las cosas no vayan bien dadas-.
Tras
sucumbir en la Súper Copa de Europa en
Cardiff frente al R. Madrid, el Sevilla arranca la Liga como un tiro.
Suma cinco victorias y un empate en las seis primeras jornadas del campeonato
doméstico antes de visitar al Atlético de Madrid en el Calderón. Ese partido es
la primera piedra de toque que debe salvar el conjunto de Emery para postularse
de verdad como aquello a lo que le estaban catalogando. Ese gran comienzo de
año ha puesto al Sevilla tercero en la tabla y son muchas las lenguas y plumas
que empiezan a ubicar a los andaluces como una alternativa más para romper el
poder hegemónico de los dos grandes equipos nacionales- Barça y Madrid- junto
al Atlético de Madrid. El choque se vende como una pelea entre rivales directos
en el segundo peldaño del campeonato.
Y
en el Manzanares queda patente que no, que aún no está este Sevilla lo
suficientemente preparado para ser alternativa de poder. Allí sucumbe de manera
categórica por un inapelable 4-0 en contra en un partido en el que no encuentra
respuesta al ímpetu local que le desarbola cuando los sevillistas repliegan y
al que minimiza cuando los visitantes quieren dar un paso adelante en busca de
la portería rojiblanca.
La
visita a Croacia supone la oportunidad perfecta para resarcirse de esa dura
derrota. Enfrente está un rival desconocido pero menor, posiblemente el peor
del grupo europeo con diferencia holgada, aunque sin nada que perder. El
Rijeka, además de ampliamente desconocido, es poco atrayente por más que Davor
Suker-ex sevillista y croata de cuna-advierta que en su estadio sus paisanos no
son un combinado de piedra y podrían dar un susto a los campeones en curso de
la competición. Sólo suena, aunque con escasa fuerza y para los más avezados en
el fútbol europeo, el nombre del delantero centro local, Kramaric dentro de los
futbolistas croatas. A la postre será un jugador determinante en el desarrollo
del choque, demostrando lo que dicen algunos sobre él, que el Rijeka se le
queda pequeño y que debe buscar cotas mayores para su desarrollo deportivo.
En
el Sevilla se siguen imponiendo las rotaciones, quedando la plantilla-en ese
momento de la temporada- como dividida en dos bloques, la parte que es básica
en el campeonato de Liga y la que juega los partidos intersemanales europeos.
Banega, Reyes, Aspas o Kolodziejczak vuelven a escena como titulares en la
Europa League, a la espera que se consoliden como lo propio en Liga-para lo
cual deberá pasar algún tiempo-. Otros como Navarro o Iborra empiezan a perder
terreno cuando llegaron al arranque del campeonato en las filas iniciales para
ser titulares, pero Tremoulinas y M´Bia comienzan a asentarse como lo que se
presupone que debían ser, los habituales en el once de partida.
Europa
todavía no contempla la presencia como titulares en los partidos de Vitolo,
Denis Suárez o Pareja, puntales importantes en aquel momento para Emery y en
los que se apoya el gran arranque del campeonato liguero. Entraran en la
dinámica de rotaciones para la Europa League conforme avancen las citas y estas
comiencen a tener una mayor trascendencia.
El
Sevilla llega a Croacia con la vitola de favorito absoluto, en lo que debería
ser un partido para alejar ciertos fantasmas que empiezan a rondar entorno al
equipo. Estos no son otros que su bajada de rendimiento como visitante, donde
no tiene la capacidad de control y dominio de los encuentros que muestra de
forma habitual en el Sánchez-Pizjuán. Pocos días antes, la visita a Córdoba
deja media hora de gran juego sevillista, a la vez que pone en público sesenta
minutos bastante menores en los cuales no domina el choque de manera
consistente.
Actuar
de visitante no sienta igual de bien a los de Emery como jugar en su feudo. Y
el Rijeka debe suponer una inversión en esa tendencia.
Hemos
repetido en varias ocasiones que Emery pretende, en el arranque de esta
temporada, dotar al Sevilla de un registro más plural en su juego, donde
trabajar con la posesión de balón el ataque del marco contrario es eje
principal en la incorporación de registros. Y para ello la presencia de Reyes y
Banega se antoja importante, aunque en el comienzo de año no forman parte de la
parte de la plantilla que podríamos considerar “Clase A”. Pese a ello, Unai ya
vio en temporadas anteriores lo que suponía prescindir de un doble pivote
físico y que guarde las espaldas de los mediapuntas. Esto conducía,
irremisiblemente, a una pérdida muy acusada de la fiabilidad defensiva
sevillista.
De
ahí, y pese a que el rival puede antojarse relativamente sencillo, Emery volvía
a apostar por dos torres en la media cancha queriendo ser el equipo dominante
del encuentro desde la posesión del esférico. Buscar el equilibrio, ese aspecto
ha ido interiorizándose en el preparador de Hondarribia a fuego, tras un
comienzo de temporada 13-14 donde su Sevilla inicial mostraba de todo menos
equilibrio y en el que los resultados no llegaban.
Empieza
a incorporar a Reyes a la titularidad junto a Banega, en conjunto y formando
pareja, pero lo hace imponiendo en ellos un rol muy diferente al esperado y al
que finalmente alcanzarán dentro del equipo. José Antonio vuelve a ser
utilizado en su perfil natural, aunque con mucha más presencia interior que
exterior y Ever desarrolla su fútbol alejado de la iniciación del juego y muy
cercano al punta. En la otra posición de la mediapunta aparece Vidal, al que le pedirá
durante todo el año un desarrollo de funciones en zonas interiores que difieren
bastante de las que desarrollaba en Almería, donde su hábitat más natural era
buscar la profundidad y la amplitud desde la banda. Y de entrada acusará todo
esto cuando el ritmo de los partidos no es alto y puede imponer su poderío
físico, ida y vuelta y capacidad aeróbica para desarrollar esfuerzos muy largos
y continuados.
El
Sevilla nos deja un partido en el que se parte con cierta facilidad, al jugar
la línea de mediapuntas muy cercana a Aspas y alejada de un doble pivote muy
doble pivote, es decir poco escalonado y muy cercano a los centrales. Los
laterales no tienen excesiva presencia ofensiva otorgando profundidad y el
equipo acaba jugando excesivamente en largo pero sin trabajar de manera
adecuada la segunda jugada.
El
planteamiento de Emery se queda a medio camino. La posesión es sevillista pero
no está bien gestionada. Y aquí resulta paradigmático observar que las faltas
obtenidas en campo rival en la primera parte rozan el nulo, el desborde de los
mediapuntas es casi inexistente y el Sevilla sólo obtiene un córner a favor
siendo dominador amplio de la pelota. Cierto es que Beto no tiene ninguna
intervención en la primera parte y el Sevilla gana plácidamente de nuevo
gracias al balón parado, en este caso a través de un saque de banda que Aspas convierte
en gol en una gran acción personal dentro del área. Pero no ha intimidado lo más mínimo a la
defensa croata ni la ha llevado a sufrir encerrada en su área.
No
es nuevo que esta situación se produzca en los partidos en los cuales el
Sevilla actúa como visitante y quiere llevar el peso del juego. Domina pero no
se expone en exceso, juega a un ritmo no demasiado elevado para lo que tiene
como referente y trata de reducir las cosas que pasan en los encuentros. Pero
de esto se deriva un problema, cuando el rival toca corneta y decide dar un
paso adelante y subir las revoluciones de su juego suele coger a los de Emery
desprevenidos y con un nivel de activación no muy alto. Y esto conduce a que
sufra hasta que vuelve a tomarle las riendas al ritmo que ha tomado el partido.
En
Rijeka, El Sevilla se verá sorprendido en dos acciones casi puntuales en las
que los croatas dan ese paso adelante ante la ausencia de intimidación ofensiva
mostrada. Y este será el primer partido de varios a lo largo de la temporada,
que se suman a otros de la temporada anterior, donde se produce este hecho.
Será un aspecto que se trabajará a lo largo del año y que conducirá a un
aumento importante del rendimiento colectivo cuando se alcance. Pero llevará al
Sevilla a dejar una imagen no acorde a lo que espera de él hasta conseguir ser
más lineal en el ritmo de juego impuesto.
El
penalti cometido por Kolo y su consiguiente expulsión, junto a la
transformación del mismo por parte de Kramaric, trae consigo la modificación
del equipo por parte de Emery. El vasco daba entrada a M´Bia por un Banega
bastante gris y a Tremoulinas por un Reyes también poco brillante. Unai
priorizaba en esas situaciones la parcela defensiva, algo que será habitual en
él a lo largo de la temporada como opción principal-y más aún fuera de
casa-cuando las circunstancias competitivas así lo marquen en los partidos.
Posteriormente
entraba Bacca para sustituir a Aspas de cara a remontar un partido que el
Sevilla ve que se le escapa ante la subida de intensidad del rival. De esta
forma pudimos ver una variante en
mediocampo que se contempla como posible, pero que no será ni mucho menos
habitual, la formación con un mediocentro y dos interiores a su lado para
ocupar con tres en la zona ancha del terreno de juego. Ya esa situación se
había puesto de manifiesto en el Calderón- aunque con Carriço de la partida
como vértice inferior del mediocampo sevillista- el fin de semana anterior con
pésimos resultados. Y no será mucho más utilizada por Emery a lo largo del año.
Incluso en el tramo del año 2015 en el que Iborra vuelve al equipo siendo de la partida en los encuentros, tras pasar de la titularidad al ostracismo más absoluto, Emery mantendrá el doble pivote como resorte competitivo principal en el mediocampo. Vicente se erigirá en un arma ofensiva, más que defensiva, actuando muy por delante de M´Bia y Krychowiak.
Esta
variable en el mediocampo agudiza aún más los problemas sevillistas de
generación de juego y ataque organizado conjunto. Como pudo observarse ante el
Rijeka, el Sevilla se hizo aún menos compacto en la búsqueda de la igualada y
tiró excesivamente de juego directo, pero concediendo zona de rechace con mucha
facilidad.
Saltaron
problemas pasados en forma de dificultades para controlar la transición
defensiva y evitar los contragolpes rivales, a la vez que el equipo no atacaba
de forma adecuada. Todo quedaba a la conquista del balón largo y que una
prolongación diera la opción de remate. Y así fue como M´Bia empataba el
partido, terminado jugándose como una moneda al aire.
No
fue la única vez que los de Emery vivieron esta situación a lo largo del año,
en algunos lances de la temporada se criticó al técnico sevillista por esto,
sobre todo fuera de Nervión. Y en algunas ocasiones la moneda dijo que tocaba
salir cruz. Como pudo observar en el enfrentamiento copero que dejó al Sevilla
fuera de la Copa del Rey ante el Español.
Los
andaluces perdían equilibrio en un partido pobre, aunque de ese exceso de
verticalidad y población de las cercanías del área rival sacaban un empate que
se daba por bueno dada la situación del encuentro.
La
imagen que supone la cabecera del análisis táctico alrededor de este partido no
puede ser más ejemplarizante. En ella podemos observar a Emery con dos dedos
juntos en una mano y en la otra, con brazos extendidos y lejanos, un solo dedo
levantado. Los dos dedos de la mano derecha de Unai representarían el doble
pivote- Krychowiak e Iborra en este partido- y el dedo de la izquierda al
mediapunta-en este caso Banega-. La distancia entre ambas manos refleja uno de
los problemas principales con los que ha lidiado durante parte de esta
temporada-y en las anteriores de Unai en el Sevilla- el entrenador de
Hondarribia. Y es que los peores momentos competitivos del cuadro andaluz han
estado muy relacionados con la distancia entre los que debían ser los jugadores
encargados de comenzar el ataque y dar salida al juego con el principal
encargado de galvanizar la ofensiva y de proporcionar opciones de llegada a los
hombres de vanguardia.
Rijeka
trajo a la luz todos estos problemas en el momento de llevar el peso del juego
por parte de los de Nervión. Como quinto equipo de la liga española y campeón y
defensor del título de la Europa League al Sevilla le tocará en muchos partidos
de esta temporada ser el encargado de llevar el peso creativo de los partidos.
Sobre todo fuera de nuestras fronteras, donde el mal llamado tiki-taka no tiene
la penetración que se observa en nuestro fútbol. Nuestra liga pasa por ser una
de las que más importancia da a la circulación de balón, ya que los grandes
años del fútbol español están relacionados con este aspecto del juego.
Pero
tener la capacidad de llevar la iniciativa y ser atacante y dominador no tiene
por qué llevar asociado un juego a pocos toques y muy continuos entre los
diferentes jugadores ni establecerse a raíz del juego de posición. Nada más que
hay que observar los grandes logros del Barça- el gran padre de esta criatura a
la que nos estamos refiriendo-cuando ha comenzado a romper sus estrechos lazos
con toda una filosofía que pareciera inamovible.
Desde
tener una posesión cercana al 70% y jugar de forma permanente en campo
contrario a desdeñar completamente la tenencia del esférico, existen cientos de
caminos. Y Emery no ha sido nunca uno de los entrenadores a los que les haya
llamado la atención tener la posesión por tenerla. Asume que cuando el balón es
suyo hay que cuidarlo-aunque sin exceso de celo en ello- para agredir de una
manera vertical más que elaborada.
El
problema surge cuando el exceso de verticalidad te lleva a la mediocridad en el
desarrollo del juego de ataque, de forma que te conviertes en un equipo ramplón
e inofensivo o demasiado dependiente de tus individualidades. Y por este camino
hay que decir-aunque a algunos les puede sonar a herejía- que el conjunto de
Emery ha tenido que transitar hasta que consiguió definirse de manera absoluta.
Este Sevilla ha sido mediocre con balón en pasajes de la temporada y Rijeka
supone uno de los ejemplos que nos permiten observarlo. Y nos permite observarlo
desde la presencia de los dos jugadores sobre los que se cimentará la mejoría
en este aspecto del juego a lo largo del año. Es decir, que más allá de las
características de los jugadores, los problemas en este aspecto han estado más
relacionados con cuestiones tácticas que técnicas o de efectivos.
Emery
ha establecido en Sevilla un mecanismo de iniciación del juego muy particular y
que se ha llevado a cabo durante toda la temporada. En él, los mediocentros se
abren en el apoyo a los centrales y se sitúan en línea juntos a estos, ocupando
la teórica posición de los laterales, a la vez que estos se proyectan al ataque
ocupando una altura cercana a la de los mediapuntas. La idea de esto es superar
la presión rival y hacerlo mediante un pase diagonal cruzado a la banda
contraria. Pero también origina que desde la línea defensiva hasta la delantera
el pasillo central se quede completamente vacío.
Esto
conduce a que el Sevilla tenga que optar por un juego muy directo, desde su defensa,
hacia los jugadores más ofensivos al no existir un posicionamiento de ocupación
del campo racional. Nadie junta la iniciación con la finalización.
Pero
el trabajo sobre la segunda jugada no es adecuado, de forma que el rival puede
defender cómodamente lo envíos frontales y no sufrir demasiado defensivamente.
De esta manera las acciones de desborde quedan reducidas a la mínima expresión y no puede decirse que los
mediapuntas brillen demasiado en el juego.
Cuando
los mediocentros entraban en escena en su posición teórica, es decir no
actuando como laterales abiertos, tampoco se observaba que el Sevilla tuviera
un escalonamiento adecuado en el pasillo central del campo en este encuentro
frente al Rijeka. El equipo se seguía mostrando largo-sin apoyos interiores de
calidad- y la progresión ofensiva se basa en un desplazamiento diagonal desde
el mediocentro al lateral del lado contrario para que este gane profundidad en conducción.
Los extremos aparecían mucho más en posiciones interiores que abiertos y es
sobre los laterales sobre los que recaía el trabajo de avance en el juego
ofensivo.
Estos
aspectos no sólo se ponen de manifiesto en este partido, acompañarán al Sevilla
durante algunos partidos. Emery trabajará a lo largo del año en dotar al equipo
de un mejor juego elaborado. Aunque fuera de casa sí será más habitual
encontrar partidos con este desarrollo durante algunos meses de campeonato.
Quizás la condición en la que se sustenta todo este mecanismo de juego de
ataque sea la de mantener la solvencia defensiva y no regalar contragolpes. Por
encima de tener un juego ofensivo de calidad prima para el entrenador
sevillista la protección ante la pérdida. Unai no regalará fácil el balón en el
comienzo del ataque a lo largo del año, las pérdidas en campo propio están prohibidas.
Pese
a todo si se darán a lo largo del año partidos en los cuales el equipo se
partirá más aún bajo este estilo de ataque. Incluso el final de este encuentro,
donde un Sevilla en inferioridad vuelca a M´Bia a las cercanías del área y
avanza a los laterales muy arriba, sufrirá los contragolpes croatas al meter
muchos efectivos en campo rival sin tener un buen control de la segunda jugada.
El gol del empate se gestará en una jugada así, donde el rechace es ganado por
los sevillistas y Tremoulinas centra al área para el remate de M´Bia. El fin,
en este caso, si justificará los medios. Pero no deja de ser una moneda al aire
que el Sevilla ha tirado en múltiples ocasiones esta temporada hasta llegar al
Bernabeu donde se produce un vuelco importante de todo.
También
hay que decir que Emery buscará alternativas y las encontrará. Estas serán
analizadas con posterioridad en este trabajo.
Todo
esto que hemos analizado puede sonar muy sorprendente contando con la presencia
de Ever Banega en el once inicial sevillista, futbolista de los que se presume
que juntan al equipo en torno a su figura para progresar de manera conjunta..
Pero si nos paramos a analizar lo ocurrido la explicación salta sola por sí
misma. Sobre el argentino se establece una corriente extraña, desde su llegada
hasta que se imponga como epicentro del juego andaluz las cosas no serán
fáciles para él. La valoración inicial que se tiene sobe él en Sevilla no es
positiva, se sabe de su talento pero también se le juzga por no haber tenido un
rendimiento continuo en su carrera. Esta temporada alcanzará ese punto de
regularidad que le ha faltado por diferentes circunstancias en sus aventuras en
otros equipos.
Si
hay una palabra que define a Emery es pragmatismo. Sus decisiones iniciales
generalmente están relacionados más con la competitividad que con el brillo, y
gusta de hacer conjuntos más sólidos que llamativos. De ahí que encajar a
Banega en sus planes sea un proceso de maduración a lo largo del año. En los
momentos iniciales del campeonato el argentino es más una pieza especialista
que soporte del equipo.
Y
esto chirría un poco al haberse visto al mejor Banega, antes de su llegada a
Sevilla, como un jugador sobre el que recaía un gran peso del juego de sus
equipos. Ever es un futbolista de apoyos, presto siempre a dar una opción de
pase a sus compañeros, en continuo movimiento generando líneas de pase cerca
del balón y desarrollando una conducción del mismo sorprendente para su figura
y cualidades físicas. Quitarle una pelota al Banega enchufado es trabajo harto
complicado.
Sin
embargo Emery comienza situando al talentoso mediocampista en la posición de
mediapunta y en muchos partidos, sobre todo fuera de casa, del arranque de la
competición alejándolo del comienzo del juego y juntándolo en exceso con el
punta. Pareciera que el entrenador sevillista esperara de su teórico armador
del juego más que fuera determinante en el detalle que constante en la
organización.
Banega
vive en Rijeka una situación que se repetirá durante varios partidos y que no
generará sobre él una corriente de opinión muy positiva. Es un comienzo de
vivencia en el Sevilla duro, donde Emery le exige generar líneas de pase lejos
del balón y muy arriba, alejándolo del contacto con la pelota de forma constante que tanto le
gusta. Y eso resentirá su juego hasta tal punto, en este partido en particular así ocurre pero no es el único en que pasará,
de ser carne habitual de primer cambio porque no termina de dar aquello que se
le pide.
Ever
tiene que jugar en el arranque del año casi más como un segundo punta que como
un organizador, con tendencia a abrirse hacia los costados y ofreciendo
desmarques de ruptura al espacio. Algo que parece muy contradictorio con sus
características.
Pero
hasta que Banega no empiece a brillar, será más un jugador de detalles que de
constancia en el juego porque así lo ha decidido el entrenador sevillista.
Junto
a Ever Banega, posiblemente Aleix Vidal sea el futbolista que peor parado sale
de la visita del Sevilla a Rijeka. Con la presencia amenazante de Deuolofeu, al
que Emery dará opciones de titularidad en múltiples ocasiones en el comienzo de
la 14-15, el ex almeriense se considera más un jugador de características
defensivas que ofensivas en el arranque de esta temporada. No se espera de él
desborde y brillantez, sino capacidad de sacrificio y entrega para ser un
compensador del juego del equipo.
A
todo esto debe unirse lo que Emery exige a sus extremos, los quiere con
recorrido completo pero siendo más determinantes por dentro que por fuera. Las
bandas son más terreno de los laterales que de ellos, actuando fundamentalmente
como mediapuntas y no tanto como futbolistas por fuera. Y aquí Aleix deberá
hacer un ejercicio de conversión importante. Llega de Almería siendo un
futbolista de progresión exterior, martilleante por su físico y su capacidad
para desarrollar esfuerzos largos y continuados. Y se verá sometido en muchos
partidos a un ritmo bajo y a tener que aparecer constantemente como un apoyo a
Bacca en las zonas interiores.
En
la primera parte contra el Rijeka su presencia es testimonial, porque
prácticamente no tiene incidencia en el juego. En un partido de bajo ritmo y
juego muy directo sus cualidades no fluyen. Vidal brillará a lo largo de la
temporada cuando el Sevilla alcance un ritmo de juego alto de manera sostenida
y él pueda llevar a cabo su despliegue total. Ahí ya empezará a tomar más
importancia en el juego interior y sobresaldrá por su domino en las
transiciones.
Pero
cortada su presencia por fuera su rendimiento se ve muy disminuido porque no es
brillante en los apoyos continuos y prefiere los desmarques de ruptura y la
hiperactividad en el juego.
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